viernes, 24 de abril de 2009

Trujillo, eternamente bella

He viajado innumerables veces a Trujillo, esa ciudad que con toda razón le dicen de la eterna primavera porque su clima es cálido todo el año. La última vez que estuve allí apenas pude ir a Huanchaco, pues estaba de paso luego de hacer un reportaje en Santiago de Chuco, en la sierra liberteña.
Esta vez decidí ir solo, por el placer de pasear, vacacionar y disfrutar sin la preocupación de tener que trabajar. Como siempre estas decisiones las tomo de improviso, sin mayores preparativos que mi mochila cargada de un par de mudas de ropa.
Salí por la mañana de Lima y llegué a Trujillo ya entrada la noche. El bus me dejó en el terminal terrestre de la Av. del Ejército, de allí un taxi amarillo me llevó en diez minutos a la Plaza de Armas, que a esa hora lucía llena de gente. Desde allí se puede apreciar la Catedral y las armoniosas casonas virreinales y republicanas que la rodean.
La Plaza luce hermosa por la noche, la frescura de la brisa causa una agradable sensación que me remonta a aquellos años en que venía con mis amigos de la universidad y visitábamos además de la playa, los lugares históricos cargados de cultura.
Cuando llego a Trujillo siempre me alojo en el hostal Colonial, ubicado en la Av. Independencia, a unas cuadras de la Plaza de Armas. Allí, el recibimiento es muy agradable, la calidez de la gente se siente desde que uno cruza la puerta por eso siempre regreso.
Huanchaco fue mi siguiente destino. Ubicado a 11 kilómetros del centro de la ciudad, este balneario trujillano posee una belleza singular. Sus caballitos de totora son su atractivo principal, aunque claro nunca me he animado a subirme a uno, pues no tengo la destreza y el valor de los antiguos habitantes de la zona, los mochicas, que navegaban sobre ellos. Tampoco de los pescadores de ahora, que los utilizan como embarcaciones para sus faenas de pesca mañanera.
Los pescadores dicen que navegar sobre ellos es fácil. En la actualidad, por cinco soles puedes subirte a un caballito de totora y pasearte hasta el final del muelle con la guía de un pescador. El servicio es muy requerido por los turistas que se sienten como un poblador más sobre el mar.
Trujillo y sus alrededores tienen mucho que mostrar y un solo viaje es insuficiente para conocerla, por eso siempre vuelvo y quedo maravillado con ella. Si vas al norte, este es un buen destino para visitar.


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Periodista de profesión y viajero por vocación. Me dediqué al periodismo, pero cansado de cubrir noticias negativas decidí darle un giro a mi carrera. Aquí en este blog encontrarás historias de mis viajes, experiencias y anécdotas, que espero disfrutes y, sobretodo, te inviten a tomar tus maletas para conocer nuevos destinos.

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