Cerro Blanco (Nazca)
Mi visita a Paracas fue propicia para ir a otros destinos en el departamento de Ica. Es así que aproveché para visitar la ciudad de Nazca. Aquí encontré a unos viejos amigos, Pepe y Manuel, que se preparaban para salir a Cerro Blanco, conocida como la duna más alta del mundo a donde iban a practicar Sandboarding.
Ellos me propusieron que los acompañe, así que sin pensar en lo extenuante que es el viaje hasta allí, me enrumbé con ellos a las dunas. Salimos a las 2 de la madrugada para no tener que caminar bajo el abrazador sol iqueño que puede llegar en el desierto a 35 grados. En nuestras mochilas cargamos comida para el día, agua, bloqueadores y lentes de sol. También llevamos abrigo porque este departamento se caracteriza por sus fuertes vientos, así que esta vez no desafiamos al clima.
Lo bueno de salir a esta hora, me comentaba Pepe, es que se podía observar un maravilloso cielo estrellado y con mucha suerte estrellas fugaces. Además, recorreríamos las montañas que forman parte de los Andes Peruanos.
Al llegar a la base de la duna decidimos hacer una parada. Allí Manuel sacó una botella de pisco que nos calentó la garganta y algo más. Unos cigarrillos entonaron nuestra conversación de cuando éramos chiquillos y nos peleábamos por bailar con las chicas más lindas del barrio. Descansamos una hora y a las 4 y30 de la madrugada arrancamos el ascenso hacía el cerro.
Los primeros tramos no representan mucho esfuerzo, pero apenas llegamos a la parte arenosa tuvimos que desplegar todas nuestras fuerzas para poder seguir adelante. A medida que avanzábamos, la impresionante y silenciosa masa de arena nos iba absorbiendo. A lo lejos, el sol iba dando las primeras muestras de su existencia con su tímido resplandor.
Ascender nos tomó como tres horas. Manuel no esperó que llegáramos a la cima y se comió su desayuno en el camino, pero cuando logramos coronarla fue realmente espectacular verse encima de las nubes que cubren la ciudad de Nazca.
Uno podría estarse horas de horas sentado contemplando estas formaciones que el viento crea y que acompaña con su arrollador soplido.
Lo que hicieron mis amigos fue lo que todo el mundo hace cuando llega a la cima, deslizarse por las pendientes pequeñas como forma de calentamiento y luego ir cuesta abajo por las más grandes. Por supuesto, yo era un atento observador de su diversión y de los grupos de jóvenes que a esa hora también se deslizaban con sus tablas.
Como el camino de regreso toma igual cantidad de tiempo, emprendimos el retorno al promediar las 10 de la mañana. Claro, hubo que sacar las toneladas de arena que se depositaron en nuestros zapatos, pero valió la pena el largo camino recorrido para llegar a esta cima del valle de Nazca.
1 Comentário:
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almodhena
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